miércoles, 14 de noviembre de 2012

Capitulo 25.


Dos días después. Inicios de Julio.

----------------
- Vamos que llegamos diez minutos tarde.- Nos alertó Mónica.
- Pero yo mira que pelos llevo... ¡No me ha dado tiempo a peinarme!- Gritó Alba.
- ¿Desde cuando te peinas? Además, si no hubieras hecho el perezoso y te hubieras levantado antes ahora irías bien mona.- Aclaré- Laia, ¡date prisa!
- ¿Que insinúas con lo de "irías bien mona?- Refunfuñó Alba.
Laia iba a medio vestir corriendo por la calle.
- Oye, que porque esperen un rato no se mueren. ¡Que somos chicas!- Dijo.
- Yo no sé porque hemos tenido que quedar con ellos para comer, ¿no era más fácil quedar por la tarde y no tener que madrugar?- Exclamó Alba malhumorada, mientras se peinaba con la mano.
- Por su apretada agenda.- Dije.
Miré el reloj y apreté más el paso, llegábamos ya veinte minutos tarde.
- ¡Ay joder!- gritó Alba.
- ¿Qué pasa?
- Acabo de pisar una mierda. Madre mía... que asco, putos dueños que no recogen las cacas. CERDOS. Hoy va a ser un mal día.
Mónica y yo nos reímos.
- No hace gracia. Vamos, voy preciosa, y por si fuera poco tengo esto en el zapato y ...- Iba ella refunfuñando mientras llegamos a la puerta del restaurante.
Allí nos esperaban Álvaro y Dani.
- Vaya Alba, ya vienes de buen humor, que gusto da verte siempre.- Dijo el segundo.
- Daniel, como se nota que eres rubio, tienes tanta gracia...
Álvaro salió en su busca para darle un abrazo.
- He pisado una caca de perro.- Le soltó ella.
- Ah... In...¿teresante?- Rió él.

Saludé a los dos y luego entramos hasta llegar a la mesa. Sara y David se levantaron a saludarnos, y luego me dirigí hacia donde Carlos estaba sentado. Él nos presentó a tres amigos, que para nosotras eran desconocidos.
- Él- dijo señalando a un chico con gorrito- Se llama Hugo.
Alba fue la primera en presentarse y darle dos besos.
- Yo soy Javier- Dijo el moreno, sentado al lado de David.
- Y ella- Dijo Blas, que hasta ahora no había abierto la boca- es Rocío.
La chica saludó con la mano. Era una pelirroja de ojos verdes y delgada.
Entonces todas se sentaron en los sitios libres. Pretendía sentarme al lado de Blas, pero él ya estaba entre Dani y Rocío, así que me senté al lado de Dani.
- ¿Os habéis retrasado un poco, no?- Preguntó David mirando el reloj.

------------------
- Alba y Laia, han estado veinte minutos dando vueltas en la cama.
Fulminé a Ari con la mirada.
- Y Alba ha pisado una mierda de perro.- Soltó Dani riendo.
- Maldito seas Daniel, te odio taaaaaaaaaaaaaanto...- Dije.
Todos se echaron a reír.
- Esto me recuerda que tendría que lavarme las manos, voy al baño.
- Voy contigo.
Rocío se levantó y me siguió hasta el baño.
- ¿Cómo funciona el grifo este?- Grité golpeándolo.
- Va con un sensor de movimiento, tienes que pasar la mano así.- Dijo pasándola.- Alba ¿no?
- Si. ¿De que... de que conoces a los chicos?
- Solo conozco a Blas, soy una vieja amiga suya.
- Ya...-susurré.
- ¿Dices algo?
- No, nada, ¿cómo que has venido? Ósea, no me mal interpretes pero
- Blas me llamó y me invitó. Bueno, más bien me obligó.- Dijo riendo.
- ¿Pero eres muy amiga suya?
- Si, ¿porque?
- Es que nunca nos ha hablado de ti y eso.
- A mi de vosotras tampoco.
- ¿Ni de Ari?
- No, ¿porque tenia que haberlo hecho?
- Porque, son muy... muy amigos.
- Y yo, y no os ha hablado de mi.- Dijo contundente.
Hizo una mueca con la boca y salió del servicio. Yo la seguí.

Al llegar a la mesa vi a una camarera, que, dado su actitud nerviosa, parecía novata. Pintarrajeaba en el blog con rabia.
- ¿Necesitas un boli?- Preguntó Álvaro.
- Eh... No... Yo...Ahora vuelvo.- Dijo poniéndose colorada mientras se alejaba.
Al rato vino otra chica diferente a tomarnos nota.
Cuando acabamos de comer, les acompañamos hasta el parking donde tenían el coche aparcado.
- Adiós fea.- Me dijo Álvaro.
- ¿Adiós? Borde.
Tiró de mi hacia él y me besó.
- Adiós fea.- Repitió, esta vez sonriendo.
- Te odio.- Dije besándole.
- Alba, que me tengo que ir.- Interrumpió Hugo, a quien le había cogido adoración absoluta en la comida.
- Vale. A ver si quedamos ¿eh? Eres tonto, pero genial.
Me sacó la lengua.
- Esta tarde te mando un WhatsApp y ya quedamos.
Me dio dos besos y desapareció con Javier y Rocío.
- Así que quedas con otros...- Dijo Álvaro simulando estar ofendido.
- Si, ya que tú no me quieres...

-----------------
- No piensas decirme nada ¿o qué?- Me decidí a decirle a Blas.- ¿Porque eres así? Me besas y me ignoras cuando te apetece.
- ¿Qué porque soy así? ¿Tú puedes jugar conmigo y yo no?- Gritó.
- No me chilles.
Todos se giraron para ver que pasaba. Les tranquilicé con una sonrisa.
- Baja la voz.- Le ordené.- ¿Cómo que juego contigo?
- No te hagas la tonta.
- ¿Perdón?
- No, no te perdono. ¿Crees que no me iba a enterar de que te ves con otro?- Dijo alzando la voz.
- ¿Qué otro?
- En la cafetería esa, y en tu casa, y luego en el McDonalds.- Dijo alzando más la voz todavía.
- ¿Lucas?- Alcé entonces la voz yo.
- Chicos, ¿pasa algo?- Preguntó Dani, mientras se acercaban todos.
- No, no pasa nada.- Gritó Blas.
- Es un amigo. ¿Me espías? ¿Qué clase de persona eres?
- Tengo cosas mejores que hacer. Una amiga os vio y me lo contó. ¿Me lo vas a negar?
- Una amiga... ¿Y cómo sabe la amiga que era yo? ¿Eh?
- ¿Me lo vas a negar?- Insistió.
- QUE ERA UN AMIGO.
- Pues bonita forma de ver la amistad tienes...
- Oye, que a ti no te incumbe si es su amigo o algo más. Que no tienes ningún derecho a opinar sobre su vida.-se metió Alba.
- Y tú no tienes ningún derecho a opinar en esta conversación.- Le gritó.
- Blas, no discutas con los demás. Vamos a hablarlo tú y yo.
- Yo no quiero hablar contigo. VETE A HABLAR CON TU AMIGO.
- Eres insoportable.- Gritó Alba.
- QUE NO TE METAS, COÑO.- Gritó entonces él.
- ME METO SI ME DA LA
- Vale, ya está.- Se metió David poniendo paz, mientras se llevaba a Blas.
Álvaro y Carlos se fueron detrás de ellos.
- ¿Estás bien?- Preguntó Dani.
Asentí.

Dani se dio la vuelta y fue con los demás, al mismo tiempo que las lágrimas de impotencia empezaron a salir de mis ojos.
Alba me abrazó, y Mónica me acariciaba la cabeza.
- Vámonos chicas. Volvamos a casa.- Dijo Laia.

lunes, 20 de agosto de 2012

Capitulo 24.



Me desperté por culpa de un elevado tono de música, que no sabia de donde venia, pero que parecía que una manada de locos hubiera montado una fiesta. Miré el reloj. 10:30h. ¿Una fiesta a esa hora?
Mónica seguia dormida así que salí de la habitación en silencio, pero cabreada. Entonces me di cuenta de que la música provenia de la casa. Concretamente de la habitación de Alba.Me dirigí hacia allí y abrí un poco la puerta. Alba estaba en shorts, con una camiseta siete tallas superior a la suya y una coleta mal hecha al lado. Barria debajo de la cama, mientras cantaba a pleno pulmón, al ritmo del cd, a Sergio Dalma.Ni siquiera se habia dado cuenta de mi presencia.
- Plas, plas, plas.- Hice simulando el sonido de los aplausos, cuando acabó la canción.
- Hombre Blasa, ¿llevas mucho rato aquí?- La fulminé con la mirada.
- No me llames así. ¿Qué haces?
- Limpiar. ¿No lo ves?
- ¿Tú limpiar? Vaya sorpresa. Baja el volumen. Me has despertado, y a este paso despertarás a Mónica.
- Lo siento Blasa.- Dijo guiñandome un ojo.
-Q UE NO ME LLAMES ASÍ. 
Cogí una zapatilla y se la lancé al estómago.Ella me sacó de la habitación a golpes de escoba. Y me dirigí a la cocina a desayunar.
----------

Apagué la música y recogí la zapatilla resoplando. Luego fui en busca de Ari.
- ¿Has desayunado?- Me preguntó.
- No.
- Llevas muy mala alimentación.
- Vale mamá, lo siento.-dije sacando la lengua.
Me senté en el tamburete de en frente y cogí una galleta.
-Bueno, ¿qué?-pregunté.
-¿Qué de qué?
- Ariadna.- Dije apuntandola con la mitad de la galleta.- Ya sabes a que me refiero. ¿Qué paso ayer con Blas?
Giró los ojos con gesto de desagrado.
- Nada...
- Nada.- Hice imitandola.
- ¿Y Laia?
- Cuando me he despertado ya se habia ido. Pero no me cambies de tema. ¿Fue mal el asunto?
- Que mania. No sé porque le tienes tanta tirria a Blas, al fin y al cabo todos le han perdonado.
- Yo no. Soy rencorosa, ya lo sabes. Y no me gusta que jugue contigo.
- No juega...- Dijo suspirando. Y luego se mordió el labio.
- ¿Qué pasó ayer? Por última vez.
- Me besó.
Se levantó abandonando la cocina.
Yo la seguí sorprendida.
- TANTANTACHÁN TANTANTACHÁN.- Canté imitando la música nupcial.
Ari se dejó caer en el sofá.
- Imbécil.
- ¿Y que más pasó?
- Estás pesada ¿eh? Nada, estuvimos hablando. Me contó como Álvaro y él hicieron las paces.
- Boh, ese tema me aburre, y no me interesa.
- Si que te interesó en su momento.- Me recriminó.
- Gracias.-dije levantandome.
- Lo siento. 
- Tranquila.
- No te enfades.
- No estoy enfadada.
Alba pegó un portazo. Ya sabia yo que estaba enfadada.

El teléfono interrumpió mis pensamientos.
- ¿Si?- Contesté.
- ¿Quién la llama?
- Soy Lucas.
- Ah, hola. Soy Ari. No está, ¿qué necesitas?
- Le tengo que dar unas cajas de libros que le prometí. Pero se las tengo que dar ya, me obligan a sacarlas del almacén de la cafetería. ¿Sabes cuando volverá?
- Ya lo he hecho. Y no contesta.
- Pues... Cuando vuelva le digo que te llame.
- Eh... ¿Y no puedes venir tú, porfa? Yo te ayudo a llevarlas.
- Yo... Es que...
- Venga, porfaaaaaa.-se hizo de rogar.
- Está bien, voy.-Miré el reloj. 11h.- ¿En una hora me paso por ahí?
- No, mejor en una y media, que es cuando cierro.
Me despedí y colgué.
Me despedí de Alba y de la ya despierta Mónica y me fui.

Llegué veinte minutos antes a la cafetería. Dudé unos minutos entre entrar y no entrar. Opté por la primera.
- Si... ¿Molesto? Me aburria en casa.
- No. Solo que cierro a la una... Como Laia me dijo una vez que erais unas lentas...
- Vaya con Laia... La más indicada.
- Siéntate y en media hora nos vamos.
Me senté y esperé. Pero sin mirar el móvil. No queria caer en la tentación de hablar con Blas.
Veinte minutos después, tres cajas me taparon la vista.
Asentí con la cabeza y cogí la caja. Pesaba mucho.

Durante el camino no dejó de hablar. Yo me limitaba a los monosílabos, ya que iba concentrada en que la caja no se cayera.
- Pues nada. Ya está.- Dijo dejando la caja sobre la mesa del comedor.
- Hola Lucas.- Le saludó Alba.
- Ey.
- Oye, ¿y si te invito a comer? Por las molestias.- Dijo.
- Yo... Bueno... No... Oséa...
- Si, irá encantada. Pero pagas tu.- Se adelantó Alba.
- Espérame abajo, ahora voy.-dije.
Una vez él fuera me dirigí hacia Alba.
- ¿Qué haces?
- Ya es hora de que conozcas a un hombre de verdad.- Dijo guiñandome un ojo. Y me empujó hacia la puerta.
----------

- ¿Está Laia?- Preguntó un chico al otro lado.
- Ni idea. ¿Porque no le llamas al móvil?
Una hora más tarde ya estaba arreglada y aburrida sentada en el sofá, así que decidí salir antes.
- Ari... Has venido antes.- Dijo Lucas.
- Toma, coge esta que es la que más pesa, y yo llevo las otras dos.
Lucas me guiñó el ojo.

Luego salí con él y me propuso comer en el McDonalds ya que con la cafetería no ganaba mucho. Yo asentí.
Pasamos la tarde juntos y al llegar la noche, nos sabíamos una la vida del otro. Excepto Blas. No le mencioné a Blas en ningún momento.

domingo, 1 de julio de 2012

Capitulo 23.



- Ari, ¡¿Tu no habías quedado con Blas?!- Dijo Alba tirándose encima de mí.
- ¿Qué?- Dije incorporándome.- ¿Qué hora es?
- Las tres y media…
- ¡¿Qué?! Mierda, que viene en media hora no me da tiempo.
Me levanté del sofá sin dejarle decir nada más y entré directa a mi habitación. Mónica ya se había marchado. Dejé los zapatos de la noche anterior tirados por el suelo y abrí el armario en busca de algo de inspiración. Me di una ducha rápida, lo suficiente para desperezarme, y que se me quitara la jaqueca de la noche anterior.
Me enrosqué una toalla alrededor del cuerpo y entré en la habitación de nuevo. Tropecé con los zapatos y caí, con tan mala suerte que la esquina de la cama se clavó en mi espinilla.
Aun dolorida me levanté como pude y me vestí. Me puse un vestido azul de manga corta con un fino cinturón en la cintura, y cogí unas sandalias que me había comprado antes de venir de Barcelona.
Me miré en el espejo. Tenía el pelo empapado. Me enrosqué la toalla en la cabeza y volví al lavabo.
- Blas está subiendo.- Dijo Alba asomándose por la puerta del baño, mientras enchufaba el secador.
- ¡¿Pero que hora es?! Si aún es pronto…- La miré. Estaba riéndose de mí. Como me temía Blas aun no había llegado.- ¡Eres idiota!- Añadí  tirándole la toalla.
Picaron a la puerta. Me quedé mirándola con cara de desesperación.
- Ya voy yo… Pero corre que no te va  a dar tiempo.
Fui hacia el salón y me senté en el sofá a abrocharme las sandalias.
- Hola.- Miré al frente. Blas estaba parado justo en la puerta con una gran sonrisa. Me levanté y le di un fuerte abrazo.
- Hola- Dije tomando aire.- Ven, que tengo que coger el bolso.- Le cogí del brazo y le llevé hacia la habitación.
Lo cogí de encima de la cama y miré en su interior. Era un desastre. ¿Dónde habría dejado ahora mi teléfono móvil?
Miré a Blas que se limitaba a reír viendo esa cómica escena de desesperación.
 - No te quedes ahí parado riéndote. Ayúdame, que no encuentro el móvil.
- A ver, espera que te llamo.- Dijo marcando mi número.
- Estaba en silencio. O sino estará apagado, o lo habré perdido por alguna parte de Madrid, quien sabe. ¿Y si me lo han robado? No, tiene que estar por alguna parte.- Añadí revolviendo toda la cama.
- Ari, estate quieta, no pasa nada, si tienes que llamar te dejo el mío.- Dijo ahora ayudándome a buscar entre las sábanas.
Me levanté de la cama y tropecé con uno de los zapatos que me puse la noche anterior, los dichosos zapatos. Caí encima de Blas, que acabó tumbado encima mio. Mirándome fijamente.
De golpe abrieron la puerta. Era Alba. La cara que se le quedo cuando nos vio a uno encima del otro en el suelo fue tan épica que no pudimos evitar reír.
- Eh, esto… ¿Interrumpo?- Dijo Alba sin poder evitar reírse.
- No, es que nos hemos caído y…- Contestó Blas, la historia, aunque cierta, cada vez era menos creíble.
- Si, seguro… Ari me voy a casa de Álvaro.- Dijo rápidamente evitando seguir con aquel tema.
-Vale, esta noche nos vemos, si me tienes que llamar llama a Blas, que lo de que no lo encuentro es verdad, creo que lo he perdido.- Añadí aún sin poder parar de reír. – Oye, ¿Y tú no te habías ido?
- Si, pero me he dejado el bolso. Bueno me voy que aun tengo que ir hasta casa de Álvaro.
Alba se marchó rápidamente, pero no sin antes mirarme con  una sonrisa.
----------

Tras salir de la habitación de Ari y coger mi bolso, me dirigí hacia casa de Álvaro. Me costó encontrarla, ya que el Google Maps de mi móvil se volvió loco. Al llegar, piqué desesperadamente ocho veces al timbre. A la novena, me abrió.
- Hola. ¿Querías quemarme el timbre o simplemente has cogido un tic?- Dijo él sonriente, dándome un beso en los labios.
Ignoré su comentario y entré sin que él me invitara a hacerlo y como Pedro por su casa, me dirigí hacia la mesa donde había papeles y libros amontonados.
- ¿Es esto lo que tienes que estudiar?- Pregunté.
- Si.- Dijo con una mueca de desagrado.
- Maldita sea. Creo que tendría que dejarte la tarde para ti. Es mucho.
- Yo creo que no, que deberías quedarte. Tampoco es tanto.- Dijo guiñándome un ojo.
Le sonreí.
- Bueno, ¿no piensas enseñarme tu casa, o qué?
Hicimos un breve recorrido por ella hasta que llegamos a una salita pequeña que me cautivó.
- ¿TIENES UN PIANO? ¿Cómo no me lo habías dicho antes?
- ¿Te gusta el piano? ¿Sabes tocarlo?
- Me encanta.- Dije dirigiéndome al piano y abriéndolo.- ¿Qué quieres que te toque?
Álvaro se me quedó mirando con cara de circunstancia, y entonces me di cuenta.
- Vale, si, ha sonado bastante mal.- Reí.
Él se echó a reír conmigo.
- Bueno, pues tocaré... ¿Someone like you?- Dije.
- Vaya...
- ¿Qué te pasa?
- No... Nada... Hubiera preferido que tocases cumpleaños feliz... Ya sabes... Por eso de que los pasteles se relacionan con los cumpleaños...- Dijo riendo.
Le miré arqueando una ceja.
- ¿Estás enfadada?- Preguntó serio.
- ¿Cómo quieres que me enfade con alguien como tú? A  veces eres muy tonto y haces cosas que no me gustan pero es imposible, yo te quiero igual.
- ¿Me quieres igual?
- Si, mucho. JE, JE...
- Empiezo a sospechar que solo me quieres por mi piano.
- Justo eso. Has dado en el clavo.- Dije cerrando el piano.
- Eh, ¡qué aún no has tocado nada!
- Es tu culpa, tú te lo pierdes. Mala persona.
Le saqué la lengua y salí corriendo de la salita hasta el comedor, donde me senté en el sofá. Él vino cinco segundos después.
- ¿Nunca te cansas?- Preguntó.
- Hoy estás más guapo que de costumbre.- Le dije.
Se sentó a mi lado y yo apoyé mi cabeza sobre su hombro.
- No lo entiendo.
- ¿El que no entiendes?- Preguntó él.
- No sé casi cosas de ti, y sin embargo te quiero y te necesito. No tiene sentido.
- Bueno... Sabes que me llamo Álvaro, que soy de Madrid, canto, tengo 22 años y... te quiero.
- ¿22? ¿Seguro? ¿Cómo sé que no mientes?
- ¿Cuántos tengo si no?
- Que se yo... ¿Treinta y cuatro? Si, eso. Yo creí que tenías 34. Me has engañado pero bien. Eres demasiado joven para mí. 22 años son pocos. Te dejo.
- Eh... Pe...- Comenzó a decir él.
- No.- Interrumpí.
- ¿No qué?
- Que te he vuelto a mirar y no te dejo. No puedo.
- Estás loca.
- Pero soy adorable, y lo sabes.
- Todo el mundo lo sabe.
Miré el reloj.
- Bueno, han pasado ya veinte minutos, y no me quiero ir, pero quiero que seas inteligente y un hombre bien formado, así que te voy a dejar estudiando.
- ¿Ya? Dijiste media hora. Jolín.
- ¿Jolín?- Dije riendo.- Jolón. Llámame cuando tengas otro huequito para mí.
- ¿A caso dudabas que lo haría?
Me levanté y le besé.
- ¿Qué vas a hacer ahora?- Preguntó.
- Me iré con Ari a alguna parte. Si ha acabado lo que estaba haciendo...- Dije recordando la última escena.
- ¿Qué estaba haciendo?
- Cosis con Blas.- Dije riendo.
Le volví a besar, bajo su cara de "no entiendo nada".
Me dirigí hacia la puerta y allí me giré para ver como me dedicaba una de sus bonitas sonrisas. Le mandé un beso con la mano y salí.
----------

Estuvimos dando una vuelta por las calles mientras hablábamos, hasta que el calor nos hizo sentarnos a la sombra de un árbol. Me tumbe a su lado. Cerré los ojos y noté como se puso a mi lado.
Giré  la cabeza hasta que nuestras caras quedaron frente a frente. Él estaba a pocos centímetros de mí, mirándome. Notaba algo extraño en mi estómago. Algo que nunca había sentido por nadie.
- ¿Por qué es todo tan difícil?- Murmuró, ahora me miraba a los ojos y hablaba casi en un susurro- ¿Por qué nos cuesta tanto decirnos las cosas?
Mi estómago se revolvía cada vez más. Noté sus manos acariciándome, abrí los ojos cuándo noté la yema de sus dedos en mi cara. Estábamos muy cerca, demasiado.
 Suspiré. Blas suspiró y se separó de mí.
Me senté y miré hacia arriba, mirando al cielo. Él se reincorporó. Estaba ausente, raro.
 - ¿Estás bien? –Le dije. Quería que se acabara esa tensión, estaba sufriendo, mi estómago no me dejaba descansar, y mi corazón menos. Se aceleraba por momentos, no sabía como actuar.
- Ari yo…- Cerró los ojos y volvió a dejarse caer a mi lado. Pero esa vez estaba más cerca que antes. Y mi corazón cada vez latía más fuerte.
Su nariz rozó la mía y me acarició la cara, poniendo los dedos bajo mi barbilla, acercándome a él. Cerré los ojos y noté sus labios contra los míos.
Blas me besó, y fue el beso más dulce que jamás me habían dado. Sus labios me rozaron lentamente, con cuidado, mientras sus dedos, suaves, paseaban por mi cara y se enredaban en mi pelo.
- Lo siento, no he debido hacerlo, yo…- Dijo separándose.
- Blas, no pasa nada.
- No, de verdad, lo siento, no he debido hacerlo, y debía haberte dado una explicación... No se lo que me ha pasado…- Él seguía hablando, excusándose por lo que acababa de pasar, una cosa que me había gustado y quería repetir.
- Blas, que te calles, que me ha gustado que lo hicieras.- Solté de golpe, y así consiguiendo capar su atención.
- ¿Enserio? ¿Te ha gustado que te besara? ¿No te has enfadado?
Asentí, levantándome y tendiéndole la mano.
- Anda vamos, que aun me tienes que enseñar Madrid.

martes, 5 de junio de 2012

Capitulo 22.


Tras un día agotador de compras con mi prima, volvimos a casa. Eran las 7 de la tarde, y Ari y Mónica no volvían hasta tarde, así que decidimos volver a la cafetería, a tomar algo.

- ¡Laia! Ahora justo te iba a llamar.- Dijo el camarero que venía acompañado de otra chica.
- Lucas… ¿Qué pasa?
- Esta es mi hermana Sara, tiene dos años menos que vosotras, diecisiete, pero acaba de venir y no conoce a nadie, ¿Por qué no quedáis con ella esta noche?
- Oye, ¡Que hasta aquí un mes no cumplo los dieciocho.- Solté.- Nos vamos de fiesta, puede venirse si quiere.
Los tres miramos a Sara.
- Bueno… Vale…- Dijo sonrojándose.
-Genial, te apuno la dirección y que te traiga tu hermano a las doce ¿Si?- Dijo Laia.
Sara miró a su hermano, y cuando este hizo un gesto de aprobación, se marchó despidiéndose con la mano de nosotras.
- Que vergonzosa tu hermana, Lucas…- Dije.
- ¡Todo lo contrario que tu! ¿Qué queréis tomar?
-Una ensaimada de estas con chocolate rebosante, y una Coca-Cola, eh, pero light! Que estoy de régimen.- Dije sonriendo.
- Yo me conformaré con un agua.- Dijo Laia.
- ¡Vete a cagar!
- Bien chicas, enseguida está.- Dijo Lucas entre risas.
- ¡Que chico tan majo!- Solté.

En menos que canta un gallo, la ensaimada estaba en mis manos, y justo cuando estaba a punto de disfrutar del tercer bocado, me sonó el móvil.

Me levanté, señalé a mi prima la calle y lo cogí.
- ¡Hola feo!- Solté una vez fuera.
- Yo también me alegro de oírte.
- ¿No estás en la firma?
- Hemos acabado ahora, y en media hora empezamos el show-case. Ari y Mónica vuelven ya, ¿Por qué no has venido?
- Me he ido de compras. ¿Me has llamado para eso?- Dije riendo.
- ¡No! Para vernos mañana. Tengo que estudiar, pero puedes pasarte una media horita por mi casa y así nos vemos…
- Que bonito me parece, ¡QUE BONITO!
- ¿Vienes o no?
- ¡Claro tonto! Envíame tu dirección por Whats App y mañana estaré allí a las…
- Cinco.
- Oído cocina. Se que ansías que llegue la hora.
- Como me conoces. Te vas a ir de fiesta ¿No?
- Siiiii.
- ¡No ligues mucho!
- ¿Ligar yo? Solo ligo con feos.
- Que agradable eres.
- Me quieres.
- Te amo.
Al oír esas últimas palabras me sonrojé.
- Te dejo, vamos al ensayo.
- Hasta mañana.

Cuando entré dentro Ari y Mónica estaban en la mesa y no quedaba ni una miga de mi ensaimada.

----------
- ¿Y mi ensaimada?- Gritó Alba.
Las tres nos miramos cómplices.
- Estaba muy buena.- Dijo Mónica sonriendo.
- ¡Malditas furcias! Podéis moriros.
- Es lo que tiene tanto Álvaro, querida.- Solté. Y ella me fulminó con la mirada.

Pagamos a Lucas y volvimos a casa.
- ¿Nos vais a contar o que?- Preguntó Alba.
- Carlos le ha firmado las tetas.- Dije.
- Blas le ha cantado todas las canciones. Y les brillaban los ojos.- Apuntó ella.
- Que tierno todo… Pero os habéis comido mi ensaimada.
- Oh, olvida eso, ha pasado hace un rato.
- No lo hará, todavía me recuerda que mi hermana se comió su cruasán.- Dije.
Alba esbozó una gran sonrisa falsa.
- Mañana voy a casa de Álvaro.
Las tres nos giramos hacia ella.
- ¿Ya te lo vas a frunjir?- Chillé.
- ¿Eres retrasada? Me echa de menos.- Dije riendo.- Pero tiene que estudiar y voy media hora a verle. ¿Qué hacemos hasta que venga Sara?
- ¿Sara?- Preguntamos Mónica y yo.
- La hermana de Lucas. Se viene con nosotras.
- ¿Vemos una peli?- Propuse sentándome en el sofá.
- ¡Querido John! ¡Channing Tatum!- Chilló Alba. La pobre tenía un serio problema con sus obsesiones por amores platónicos, era demasiado pasional.
Mónica se encogió de brazos, Laia aprobó con la mano la idea, y yo no tuve más remedio que aceptar.

A las once, tras la llorera de la película nos comenzamos a arreglar para cuando llegara Sara.

----------
A las doce menos cuarto, Sara ya estaba en la puerta de casa, y nosotras estábamos casi listas.
- ¿A dónde vamos con diecisiete?- Preguntó Sara.
- El portero de una de dieciocho es mi amigo. Nos cuela.- Dijo Laia.
- Mi prima tiene amigos hasta debajo de las piedras.- Le dije.

Entramos en la discoteca sin ningún tipo de problema, y el portero, Isma, que aparte de un amor era gay, me dio su teléfono, porque era justo el tipo de gente que yo amaba, un loco de la vida.

A eso de las dos, Mónica ya iba más pedo que cualquiera de los que había por ahí, Ari y Sara bailaban buscando chicos, y Laia llevaba ya una hora bailando con el mismo chico.
- Soy Jadel.- Se me presentó con su gracioso acento canario.
- Alba, o me sacas de aquí o vomito.- Susurró Mónica.
- vale, ahora nos vamos.
Avisé a mi prima, a Ari y a Sara, pero ningún quiso volver. Salí con Mónica a cuestas de la discoteca.
- No puedo andar, esto no deja d girar.- Chillaba.

Tras fastidiarme los brazos y la espalda, y recibir en mis zapatos el vómito de Mónica, llegamos a casa. Se metió en la cama y yo en la ducha.

Cuando estaba en paz de nuevo, me metí en la cama, comprobé que Álvaro me había mandado su dirección. Le mandé las buenas noches seguido de un corazón y apagué la luz.

----------
A las cuatro de la mañana salimos de la discoteca. Íbamos acompañados por el amigo de Laia.
- Bueno, yo me voy por aquí.- Dijo Jadel.
- Vale, mañana te llamo y ya nos veremos.
Yo la miré extrañada.
- ¿Y David?- Le pregunté.
Laia se sonrojó y rio.
- No penséis mal… Pero mi sueño es hacer un trío, y creo que es el candidato perfecto.
- ¡MADRE MÍA!- Chillé. ¿Esto de estar como una cabra viene de familia?
Continuamos a lo largo de la calle riendo y acompañamos a Sara hasta su casa.

Cuando llegamos a la nuestra, todo estaba a oscuras y en silencio. Nos dimos las buenas noches y Laia se metió en su dormitorio, y yo me quedé en el sofá para no despertar a Mónica.

sábado, 26 de mayo de 2012

Capitulo 21.



La luz que se colaba por las pequeñas rendijas de la persiana chocaba contra mis ojos, pestañeé un par de veces frotándome los párpados y así poder desperezar mi sueño. Miré mi móvil, eran las diez, todas seguían durmiendo.
La noche anterior nos habíamos acostado bastante tarde. Estuvimos hablando con Laia hasta la madrugada. Nos tenía que contar todo lo que había hecho en tres meses.


Me levanté de la cama, y fui directa a la ducha, dejé el pijama en el cesto de la ropa sucia y me metí bajo el agua. Me vestí y fui a despertar a las demás. Después bajamos a desayunar a una pequeña cafetería que había una calle más abajo.


- ¿Que queréis tomar?- Dijo el camarero sonriendo. Dos enorme hoyuelos se le marcaban en las mejillas.
- Un café con leche y un croissant.- Dijo Laia.
- Para mi lo mismo.- Añadimos Ari y yo al unísono.
- Me gusta el camarero Laia, no me extraña que siempre vengas aquí.- Dijo Mónica una vez se marchó este.
- Tu a callar que estás con Carlos, me lo pido yo que estoy soltera.- Contestó Ari riendo.
- ¿Pero a ti no te gusta Blas? Aclárate hija.- Le dije.
- Bueno, pero a Blas   no le he visto desde hace tres meses.
- Aquí tenéis.- Dijo el camarero sirviéndonos las tazas de café. Era medio pelirrojo y tenía unos enormes ojos verdes.- Oye Laia, ¿y Nuria donde está? Hace varios días que no la veo.
- Se ha ido a Albacete unas semanas con su novio. Ah, no te he presentado, estas son Alba, Ari, y Mónica, van a quedarse todo el verano en mi piso, y chicas, este es Lucas, estudia conmigo en la universidad.

----------
- Oye, ¿que os parece si esta noche nos vamos de fiesta?- Dijo Alba de pronto.
- Pero si acabamos de llegar, déjame al menos un día de tranquilidad.- Protesté.
- Va, que hace mucho que no salimos las cuatro juntas, y ¿que mejor forma de comenzar el verano?
- A mi me parece buena idea, fiesta loca.- Dijo Mónica riendo.
-Vale...- Dije al fin tomando un largo sorbo a la taza de café.- Pero solo si vamos a comprarnos ropa para esta noche.
- Que raro que tú te quieras comprar ropa.- Dijo Alba con tono irónico.


Después de desayunar fuimos directas hacia el metro, guiadas por Laia, claro está. Estuvimos toda la mañana dando vueltas y mirando ropa sin parar.
Entramos a una tienda enorme, repleta de ropa por todas partes. Cogimos un montón de conjuntos y nos adentramos en los probadores.

Más tarde Laia y Alba nos acompañaron hasta el metro, y una vez allí gracias a nuestra gran orientación no perdimos, y no se como acabamos en el lado opuesto de la ciudad. Al final, preguntando, conseguimos llegar hasta allí.


En medio del centro comercial había un escenario. La plaza estaba llena de fans, que ya estaban en la cola esperando su turno.
- Mónica, creo que no ha sido muy buena idea venir. Vamos a tener que estar aquí durante horas.
- Después de lo que nos ha costado venir hasta aquí yo no me voy sin ver a Carlos.- Dijo mirándome intimidantemente y tirando de mi brazo, para llevarme a la parte delantera del escenario, para que no les costara vernos.


En ese mismo instante las fans empezaron a chillar como histéricas, aun no me había acostumbrado a escucharlas. El primero en subir al escenario fue Carlos, al que no le costó mucho encontrarnos, y que nada más vernos nos sonrió y le dijo algo a Mónica que no pude entender, pero que hizo que esta se sonrojara. A él le siguieron Dani, David, Álvaro y por último Blas. Este último no se dio cuenta de nuestra presencia hasta que Álvaro le dijo algo al oído que hizo que me mirara y sonriera.
- ¡BUENAS TARDES MADRID!- Gritó Carlos por el micrófono.
- ¿Qué tal habéis empezado el verano?- Dijo Blas.- Estamos muy contentos de volver a estar aquí y de volver a veros.- Al decir eso se me quedó mirando con una sonrisa.


La música comenzó a sonar, Blas fue el primero en cantar, sin dejar de mirarme. No podía dejar de sonreír, y me sentía realmente idiota por ello.


“Ya no sé que pudo ser, ni porqué volví a caer, solo sé que fue un error dejarte sola sin decir adiós. Ya no se porque me fui ni porque ahora vuelvo a ti, sigo el rumbo que marqué y en mi destino siempre está volver. Me arrepentí, no te supe comprender. Me arrepentí, no te volveré a perder. Ya no hay más si tu no estás me pierdo en la soledad. Hoy el mundo será nuestro si en mis brazos quieres caer, yo no te dejaré, tu no me dejarás conmigo yo te llevaré hasta el final. El mundo gira y gira siempre, donde quiera que estés, me sobran sueños para andar contigo, no me digas que no, no quiero andar perdido sin tu amor, quédate conmigo.”


De alguna forma me sentí identificada con la canción, y que Blas me la estuviera cantando no ayudaba mucho, ya que era una canción de desamor. Aunque finalmente no entendí si la historia terminaba bien o mal.


Como nos quedaba mucha tarde por delante, Mónica y yo fuimos a por algo de beber a un pequeño Starbucks que había cerca. Después nos pusimos a la cola a esperar nuestro turno.

- Vámonos.- Le repetía a Mónica una y otra vez. Estaba nerviosa por volver a ver a Blas, y no sabía que decirle. Pero todas mis súplicas fueron en vano. 


Estuvimos como unas tres horas esperando en aquella cola interminable, viendo como todo tipo de chicas subían al escenario. Y viendo como Mónica se ponía cada vez más celosa. 

Se acercaba el momento, ya solo quedaban unas diez personas delante de nosotras. Y Carlos, puso a hablarnos y a hacer tonterías. Magí, al verlo le dio un carpetazo en la cabeza para que estuviera atento por las fans y dejara de distraerse. No sin antes echarnos un mal de ojo encima. 
Al irse, Mónica y yo no pudimos aguantar más y estallamos en una sonora carcajada, que hizo que todos, incluido los chicos se giraran, y que Carlos, poniendo una mueca nos hiciera un gesto con el dedo corazón. Según él, quería decir que nos quería.

Al subir, Mónica fue directa a Carlos. Yo en cambio, al primero que saludé fue a David, seguido de Dani, Carlos y Álvaro.
- ¿No vas a saludar a Blas?- Me dijo Álvaro al oído mientras le abrazaba.
- Álvaro…- No me dejó acabar.
- No seas orgullosa y ves a saludarle. Que no eres la única que le ha echado de menos, créeme.


Le miré y luego miré a  Blas que me estaba observando desde la mesa. Me sonrió y se acercó.


Me cogió de la mano y me acercó a el para poder abrazarme. Cerré los ojos por un momento, llevaba mucho tiempo esperando ese momento.


- Te he echado de menos.- Me dijo sonriendo.
Le volví a abrazar, tenía la impresión de que si abría la boca lo estropearía, pero necesitaba volver a verle.
- Siento no haberte llamado…
Al decir eso le miré para que se callara.


- ¿Entonces no habéis traído CD?- Le preguntó Carlos a Mónica indignado.- Me giré para mirar aquella cómica escena. Blas, mientras tanto, continuaba abrazándome por la cintura.
- Ya te he dicho que no.- Dijo esta riéndose. Entonces Carlos cogió uno de los bolis que había en la mesa y se le acercó con cara intimidante.
- ¿Carlos que haces?- Preguntó David divertido.
- Va, que lleváis mucho rato aquí chicas, haceros la foto, por favor. Dijo Magí, interrumpiendo.

Carlos aprovechó ese momento de distracción para firmar a Mónica en el pecho.
- Ale, eso te pasa por ponerte celosa.-Le dijo dándole un beso en la mejilla acompañado de un largo abrazo. Aunque todos sabíamos que se moría de ganas de dárselo en los labios.


Después de eso nos colocamos todos detrás de la mesa y nos hicimos la foto, por cierto, en un tiempo récord, ya que Magí no dejaba de meternos prisa.


- ¿Os quedáis al show-case?- Me preguntó Blas.
- No podemos, hemos quedado con Alba y Laia.
- Ah…- Dijo desilusionado.- Bueno, pues nos vemos mañana ¿no?
Asentí y le abracé de nuevo, dándole un beso en la mejilla.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Capitulo 20.


Tres meses después. Junio.
- ¿Has cogido las planchas?- Me preguntó Ari.
- Creo que si, pero Laia tiene en Madrid, no te estreses.
- Si me estreso, que sin planchas me queda un flequillo horroroso.
- Así irás a juego con Blas.- Solté.

Habían acabado las clases y nos dirigíamos a Madrid a pasar todo el verano. Durante esos tres meses que habían pasado, no habíamos vuelto a ver a los chicos, y yo apenas había hablado con Álvaro.

Lau, en cuanto se recuperó del todo, fue a vivir a Tarragona, donde estaban sus padres.
Carlos había bajado alguna que otra vez a Barcelona para pasar el día con Mónica, con quien había empezado una relación.

Y mi prima Laia, había roto con Dani, ya que no eran compatibles, y eran capaces de estar sin hablarse durante días por una pequeña discusión. Y, el motivo de peso, es que Laia, se dio cuenta de que su chico perfecto era David, con el que, hacia ya tres semanas que había empezado a salir.

- ¿Quieres quemar el timbre?- Grité a Mónica nada más abrir la puerta.
- Es que quiero llegar ya a Madrid y ver a mi Carlos. ¿Estáis?
- Ari, ¿ESTÁS?
- No, no puedo cerrar la maleta.- Gritó ella desde la habitación.
Corrimos hacia la habitación y allí vimos una graciosas pelea entre Ari y la maleta, donde desde luego, iba ganando la maleta.
- ¿Podéis dejar de reíros y ayudarme? Que no vamos a llegar.- Dijo subida encima de una maleta, que casi le doblaba en tamaño.
- ¿Te quieres dar prisa?- Grité cerrando la maleta de Ari.
- ¿Y tú porque estas tan alterada?- Preguntó Mónica.
- No estoy alterada, estoy emocionada.
- ¿Emocionada porque?- Preguntó Ari que ya había terminado con la maleta.- ¿Qué te emociona?
- Me emociona la simple idea de saber que voy a verle cada mañana, y cada mediodía, cada tarde, cada noche, cada hora.
- Alba, no sabía de la existencia de tu vena cursi.- Rió Ari.- Sabes que trabajan ¿No?
- Gracias aguafiestas.- Solté.- Es igual, el caso es que lo veré más de lo que le he visto en los últimos meses.
- Venga enamorada, que no llegamos.- Dijo Mónica.
Y salimos hacia el aeropuerto.

----------
Cogimos un taxi y fuimos corriendo al aeropuerto.

“Último aviso para los pasajeros del vuelo con destino a Madrid”
Dijeron por megafonía.

La última vez que escuché esa frase estaba con Blas. Casi no había tenido noticias suyas en tres meses. Por lo visto ya no se acordaba de la promesa que me hizo.

En cuanto aterrizamos y llegamos ya a la termina, Alba se volvió loca.
- ¿Se han puesto de acuerdo todos los morenos con barba, de traerse  a su amigo rubio al aeropuerto? Todos me recuerdan a Álvaro y Carlos.
- Alba, relájate.- Solté.- Tenemos que ir a por las maletas.
- Oh mierda. ¡Se me había olvidado!
Nos dirigimos hacia la cinta en busca del equipaje. Estuvimos media hora esperando, media hora que se hizo eterna debido a la impaciencia de Mónica y Alba.
- ¡Ya están ahí! ¡Por fin!- Chilló Mónica.
Cogimos las cosas y fuimos en busca de los chicos.
- Están allí.- Señaló Alba.- Ay, ay, ay, Álvaro va con camiseta blanca. Me puede cuando va así.
- A ti te puede siempre. No babees compórtate.
- ¡LAAAAIAAA!- Chilló antes  de que yo acabara la frase. Y salió corriendo.

Cuando Mónica y yo llegamos donde ellos, saludamos a los que Alba ya había saludado.
- ¿Y Dani y Blas?- Pregunté extrañada.
- No han querido y podido venir. Dijo David.
- Bueno, vamos para la calle, y cojamos un coche hacia mi casa. ¿Venís los tres?
- Si, ¿No?- Añadió Álvaro.
Y echamos a caminar.

----------
Álvaro y yo nos quedamos atrás del grupo.
- Hola…
- Hola Álvaro…- Le dije riendo.
- ¿Quieres que te ayude con las cosas?
- Eh, ¿Qué crees?, ¿Qué no puedo hacerlo sola?- Dije empezando a caminar.
- Vienes pisando fuerte.
- Álvaro…- Paré en seco, y el paró conmigo.
- Dime. Pero te advierto que ahora no te llevaré la maleta.
- Te e echado mucho de menos.

El sonrió y me abrazó.
- ¿Acabas de decirme algo bonito? ¿O solo me echas de menos porque nadie hace pasteles contigo?
- Oh, te odio.- Dije volviendo a andar.- ¿Quieres dejar ya los pasteles? Eres un rencoroso, que rápido que se te ha pegado de mí.
- Ya vuelves a ser tú.
- Ahora me llevas las maletas.- Dije lanzándole una.
- Pero ¿No podías tu sola?- Dijo mientras me la devolvía.
- ¿Y tu eras el vergonzoso?- Dije volviendo a lanzar la maleta.
- Y tu una salvaje.- Soltó, mientras agarraba la maleta.
- ¿Ya estáis discutiendo vosotros dos?- Dijo Carlos que había retrocedido sobre sus pasos.
- No, solo estamos hablando de lo feo que eres.- Dije.
- Justo de eso.- Me guiñó el ojo Álvaro.
- Que asco dais, mala gente.- Soltó mientras corría a por Mónica.

----------
Mónica, Carlos y yo encabezamos el grupo, mientras que Laia y David caminaban abrazados a pocos centímetros de nosotros. En cuanto a Alba y Álvaro, iban alejados de nosotros.
- Te he echado de menos, fea.- Dijo Carlos.
- Y yo a ti.- Contestó Mónica.- ¿Pero más que al chocolate?
- Al chocolate no lo he echado de monos, nunca me abandona.
Yo me limitaba a reír.
- Ari, a ti Blas también te ha echado de menos.- Soltó entonces.
No lo vi, pero noté como me ponía roja poco a poco.
- Ya, sus llamadas lo demuestran.- Dije rebosante de ironía.
- Como sois… ¡Que no te haya llamado no significa nada!- Gritó mientras se alejaba.

Pocos minutos después llegamos a la calle, subimos a dos taxis que pagamos entre todos y en pocos minutos, llegamos a casa de Laia, donde nos íbamos a quedar durante todo el verano las tres.
La casa era bastante pequeña, por lo que supuse que no sería fácil el verano.
- ¿Cuál es mi habitación?- Preguntó Alba.
- La de al lado del baño. Mónica y Ari tendrán que compartir la que hay allí a la derecha. No hay problema ¿No?
- ¡Ninguno!- Confesó Mónica.
- ¡No dormiremos en todo el verano!- Solté.
- Bueno, pues voy a dejar mis cosas.- Dijo Alba mientras cogía una maleta.
- ¿Puedo ayudarte?- Le guiñó un ojo Álvaro, mientras cogía la otra.
- Puedes, pero no te acostumbres.

----------
Álvaro y yo llegamos a la habitación y dejamos las maletas en la cama.
- Tengo que deshacerlas. ¿Me ayudas?
Álvaro estaba apoyado en la pared y me miraba sonriendo.
- Eh, ¡pasmarote!- Dije chasqueando los dedos mientras me acercaba él.- ¡Oye!- Reí mientras le golpeaba la cara cariñosamente.- Que si me…
No pude acabar la frase porque él me había agarrado del cuello, y sus labios se habían juntado con los míos. Puse sus manos en sus mejillas mientras él bajaba las suyas a mi cintura.
Nuestros labios se separaron tras unos minutos.
-Yo también te he echado de menos.- Dijo.
Sonreí y luego le abracé fuertemente.
- ¡AAAAALVAAAAROOO!- Chilló David desde fuera.

Me separé de él para dejarle paso, y él se asomó a la puerta.
-¿Qué quieres David?
- Tenemos que ir a casa de Dani, que tenemos que ir saliendo para la prueba de sonido de mañana.

Volvió a entrar y me besó en la mejilla.
- Me voy. Mañana buscaré un hueco para ti.
- Está bien don atareado. No me eches de menos.
- ¡Tu a mi si!
Salimos los dos hacia el corredor, donde nos despedimos todos.
- He llamado a Blas, he quedado con él pasado mañana… Pero mañana me pasaré por la firma.- Dijo Ari en cuanto los chicos se fueron.
- Yo no iré, ya me miraron mal las fans cuando fui la última vez. ¡No quiero que me linchen por ser la novia de su amado!- Dijo Laia.- Me iré de compras.
- Me voy contigo.- Dije yo sentándome en el sofá.
- ¿Voy a tener que ir sola a la firma? Mónica, tu vienes ¿no?- Le preguntó Ari.
- ¿Hacer ver que no tengo nada con Carlos y que solo soy una fan, mientras veo como miles de ellas le abrazan?- Dijo.- Vale, tampoco tengo nada mejor que hacer.
- ¿Y a ti que te pasa que sonríes tanto?- Me preguntó Ari.
- ¿A mi? Nada. ¿Qué me tendría que pasar? ¿Por qué Álvaro me tendría que haber besado y haberme dicho que me ha echado de menos? No entiendo vuestras paranoias.
- ¿Me lo estás contando en serio?- gritó Mónica.
- Para una vez que no bromeo…
- No me extraña prima. David me ha contado cosas, y a este hombre le has caído en gracia.
Me sonrojé.

- Chicas, ¡EMPIEZA EL VERANO!- Chillé.

El resto de la tarde-noche lo pasamos paseando por las calles de Madrid, que nos eran desconocidas, pero pronto dejarían de serlo.