- Alba por favor, dime que lo he oído mal y que tienes el móvil de
Álvaro guardado.
- Has ido mal, lo tengo guardado.- Dijo.
La miré con la cara descolocada por que no entendía nada.
- ¿Si lo tienes? Menos mal.
- Ahora te digo la verdad. No lo tengo, lo he borrado.
Lanzó el móvil a la otra punta del sofá y suspiró.
- Genial. Adiós Álvaro, y adiós Blas.- Dije.-Pues nada...Voy a
comer algo, que con todo esto no he cenado, al final. ¿Vienes?
- No tengo hambre.
- Alba, ¿Te estabas muriendo de hambre hace nada y ahora se te ha
ido? Deja de ser tan complicada y cabezota y ven a comer algo.
Vino a la cocina conmigo y se sentó, pero no cogió nada de comer.
De verdad, cuando se le metía algo en la cabeza, nadie se lo sacaba.
- ¿Que crees que hacia ahí Pablo?- Dijo.
- Pues que va a hacer... Lo que hace siempre, nada útil.
- Pero no lo entiendo, él no va nunca por estas zonas tan pijas de
Barcelona. Es como que le dan grima...
Mierda. Sabía lo que venia ahora. Si no la paraba, iba a estar
durante días hablando de Pablo y de los tiempos pasados que vivió a su lado.
- Alba. Ya está. Ha ido ahí, porque ha ido. Punto. Casualidades.
¿Que crees que ha ido ahí porque sabia que estabas tu? No. Pablo pasó, y Pablo
se queda ahí, ¿de acuerdo?
- No se. No me encaja.
- Y no te tiene porque encajar. Deja de jugar a los detectives. O,
si vas a jugar, juega a investigar como conseguimos ahora el teléfono de
Álvaro, lista.
Entonces el teléfono de Alba empezó a sonar. Fue al comedor a
cogerlo.
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- ¿Si?- Pregunté.- ¿Quien
es?
- Alba, soy Andrea. Tía, llamaba porque nos aburríamos y bueno,
que Carlos nos ha dicho al volver a casa que de aquí tres días hacen firma en
el Fnac. ¿Vais a venir no? Tenéis que venir.- Soltó Anna al otro lado del
teléfono.
Genial. Oportunidad de oro. Podíamos ir, y ahí le pediría perdón a
Álvaro y cogeríamos sus teléfonos. Todo resuelto.
- ¡Claro que si! Vamos de cabeza.
- Genial. Y por cierto, os tengo que contar una cosa que me ha
pasado con David.
- ¡Vale! Ya nos contaras. Buenas noches.
- Buenas noches.
- ¡Buenas nocheeees!-escuche gritar a Anna.
Me dirigí a la cocina con una sonrisa en la cara.
- ¿Que pasa? ¿Quien era? ¿Álvaro?- Preguntó Ari.
- No. Andrea.
- Ah. - Y volvió a lo suyo, desmotivada.- ¿Y porque sonríes?
- Auryn. De aquí tres días. Firma de discos. ¿Lo pillas?
- ¡AAAAAAH! ¡Tenemos soluciooon al problema! Genial. Genial.
Ari empezó a dar brincos con medio trozo de sándwich en la mano.
Yo me senté y la mire riendo. Cuando ella se sentó, y se calmó, seguimos
hablando. Y yo, pegué algún que otro bocado a un sándwich.
- ¿Sabes que?- Dije.
- ¿Que?
- Acabo de pensar algo que nos hubiese sido muy útil.
- ¿El que?
- Pues que, Álvaro me llamo el otro día. Si iba a registros de
llamadas y buscaba, hubiese salido su número.
Ari abrió los ojos como platos.
- Te mato. Podías haber usado tu cerebro antes, mona. Bueno, pues
ahora no hace falta ir a la firma.
- Tenemos que ir tía, se lo he prometido a Andrea.
- ¿Y tengo que esperar tres malditos días para ver a Blas?
- No. Queda con el antes si quieres. Toma.- Le lancé el móvil.- Manda
un mensaje a Álvaro diciendo que eres tu y que te de el móvil.
Al día siguiente me levanté agotada. No penséis mal, cochinos. Ari
y yo con la tontería nos habíamos ido a dormir a las cinco de la mañana. Miré
el reloj y solo eran las diez de la mañana. Si, solo. En esa casa no había ni
un ruido antes de las doce. Me levanté y fui a prepararme el desayuno, y era
obvio, Ari seguía durmiendo.
Cogí mi Ipod, para variar. Era una adicta al Ipod. Me metí en
twitter, y, entonces caí en la cuenta, de que, el dilema de a noche había sido
una gilipollez. Álvaro y Blas, tenían twitter y Facebook. No nos hacia falta
ningún móvil para hablar con ellos. Entonces vi que los chicos se habían ido a
Madrid, y volvían justo el día de la firma.
- Pobre Ari.- pensé riendo.
La fui a despertar. Me aburría y tenia ganas de darle la mala
noticia.
- Tu, marmota, levanta.- Grité pegándole en la cabeza.
- Aaaaaaggg.- Hizo Ari. Me miro con los ojos medio cerrados,
expiró, y volvió a girarse contra la almohada.
- Que te levantes pesada, que me aburro sola.
- Vete a la mierda- Dijo con un hilito de voz.- Quieeeeeero
dormir.
- Es que, está Blas al teléfono...
- ¿Blas?- Dijo girándose de golpe.- ¿En serio?- Y fue directa al
teléfono.
Al cabo del rato volvió.
- Guarra, el teléfono estaba colgado.
- Si. Pero bien despierta que ibas ¿eh? Venga maja, vístete, que
tengo que ir a comprarme ropa, y tu me acompañas.
Nos fuimos al Primark. Nunca había ropa pero nos encantaba ir allí
y reírnos de las cosas que habían. Aunque siempre teníamos peleas sobre la
pronunciación.
- Primark.- Decía yo.
- Es PRAIMARK.- Decía ella.
-Será como sea, pero yo pronuncio como se escribe.
Y así nos pasábamos horas.
Por el camino le conté la idiotez del dilema de anoche, y también
le dije que no iba a poder quedar con Blas porque estaban en Madrid.
-¿En Madrid? Idiotas. Es mejor Barcelona.
Y ahí empezábamos una nueva discusión, porque, yo, estaba
completamente enamorada de Madrid.